Lo mío con este libro es una relación de amor-admiración-repugnancia-odio.
Me gusta cómo está redactado, cómo cuenta la historia, cómo explica los hechos, cómo está ilustrado. La familia Romanov se me hace interesantísima e imposible. Real y sangrienta.
¿Qué es entonces, te estarás preguntando, lo que te produce ese odio? Pues es precisamente lo mucho que me interesa, la manera en que la historia me imbuye. Y es que, si os soy sincera, llega un punto en el libro en que dejas de plantearte lo que está sucediendo y que se manden construir 2.000 damas de hierro para ajusticiar a unos soldados cuyos oficiales habían hecho un amago de rebeldía se convierte en algo normal. La lectura de los litros de sangre que corrían por la plaza en que los matan también. La imagen, incluso, se convierte en norma.
Y al final es eso lo que acaba preocupando. No porque yo me vaya a convertir en una loca a lo Mentes Criminales y reproduzca asesinatos que cometieron los Romanov (aunque me parece un argumento cojonudo para una novela). Es que llega un punto en que el horror necesita parar un poco.
Mi novio me regaló por Reyes el libro y, todavía no lo he acabado. Prefiero ir poco a poco, disfrutando de la sangre y el veneno de tanto en cuanto que la fantasía de otras historias me lo permite. Que la realidad nunca te haga perder de vista lo que verdaderamente quieres.
¿Y tú? ¿Tienes algún libro que leas poco a poco pero que nunca abandones?