El amor son tus besos en mi muslo, después de la tormenta.
Llueve, y las calles de encaje y algodón se mojan con tus manos, con tu mirada.
Tus ojos azules iluminan mi cuerpo entre mis piernas.
El tacto de tu rostro en mi piel, de tu lengua en mi boca, tus mordiscos en mis labios,
el recorrido entre pezón y barbilla que conoces de memoria.
Llueven mis calles, de encaje y algodón, por pensar que tu cara sea la única que se moje en mi tormenta.
Texto publicado en Erótica III Antología de Relatos Eróticos de Ediciones con Talento.
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