Meningitis Española


Para cuando la enfermedad había llegado a la ciudad ya contábamos por miles a los cadáveres. En las calles de la capital era fácil verlos apilados en montones de diez o quince hombres en cada esquina. Barcelona había sucumbido al virus mucho antes que Marruecos o Londres. Hay quien dice que es por lo que se tocan entre ellos sus habitantes… pero quien conoce la ciudad sabe que es por lo abierta de sus calles. Una ciudad con costa, mucho viento y avenidas enteras llenas con edificios abiertos de par en par: un paraíso para aquel virus.

Bexseio, el laboratorio que tenía la cura para aquella enfermedad, había cerrado sus puertas. Qué irónico, ¿verdad? Los únicos que pueden curar son los que antes se retiran de la partida. Hijos de puta. Hay quien dice que fueron ellos mismos los que crearon la nueva cepa y que se le fue de las manos. Los rumores corren más rápido que la meningitis.

En las noticias decían que los menores de cinco y los mayores de setenta eran especialmente sensibles a esta enfermedad. Cómo nos manipulaban. Cómo contaban lo que querían. Menores de cinco y mayores de 70… ¿y los que se encontraban entre uno y otro? No sé… ¿el 80% de la población? Esos eran los peores, los portadores de un virus con el que contagiaban a todo el mundo. Padres, hijos, hermanos, parejas, mascotas. Nadie lo dice ya, pero casi el 95% de las muertes se hubiera podido evitar con algo tan simple como utilizar mascarillas para ir al trabajo. Pero claro, la publicidad de Bexseio y los restos de medicamentos prometidos a las agencias, organismos, instituciones y políticos que hubiera por medio.

Madrid tuvo la suerte de la polución. Quién se lo iba a decir a un Ayuntamiento concentrado en erradicarla que precisamente esto sería lo que apenas cobraría víctimas en el centro de una ciudad que era el centro del país. Esos fueron los mayores focos. En Valencia, Sevilla o Málaga llegaron casos pero las víctimas mortales no llegaron a diez en total. Cádiz cerró sus puertos y Gibraltar se quedó esperando una ayuda de Reino Unido que todos sabíamos que nunca llegaría. Todos menos, al parecer, los propios gibraltareños. Nadie volvió a saber nada de Portugal.

Las grandes oleadas y tormentas de Galicia hicieron desaparecer en el mar a algunos de los muertos. Dicen que un barco pesquero al completo se negó a atracar en Finisterre por estar contagiados. Perdimos la comunicación y ahora no sabemos si están vivos… o muertos.

Con las comunicaciones en plena reconstrucción llegan pocas noticias del otro lado del charco. Eso sí, Netflix sigue funcionando de puta madre. En los hospitales ponían sus series una y otra vez para entretener a los pacientes que se impacientaban. Y todos nos acordamos de cuando aprendimos que la gripe española se llamó así por ser el único gobierno que admitió de su existencia gracias a El Ministerio del Tiempo. Por eso ahora llaman a esto la Meningitis Española.

Pero bueno, todo ha salido más o menos bien desde Tarragona para abajo. Cada vez que pienso en todos aquellos que se quedaron al otro lado se rompe un poco mi cuerpo, que alma ya no me queda. En Tortosa comenzaron el muro que, lejos de lamentarse, nos ha permitido seguir viviendo a muchos.

Al final todo sigue igual, como en la canción. En Sevilla dicen que quieren recuperar la Feria de Abril… aunque sea en Junio este año. En Madrid ignoran al resto de ciudades como si no existiera más que su victoria personal (y a causa de destrozar la capa de ozono). Y el resto de ciudades… ¿importan a alguien si no dan titulares?

Los políticos siguen robando, los banqueros expropiando, los tertulianos gritando.

Los discursos no han cambiado aunque la población sí. Nada acabará (o al menos eso me hace pensar) con el pueblo que pedía que volvieran las cadenas y que olvida muy deprisa a algunos muertos y recuerda cada día a otros, cada uno al que le interese. Estos que se han quedado al otro lado y deducimos que han muerto de una manera lenta y dolorosa poco importan a unos partidos de culo muy acomodado entre leones. Claro que, si no seguimos adelante ¿quién lo hará por nosotros?

Odio decirlo, pero alguien tiene que hacerlo: por lo menos al final Cataluña se ha separado.

 

Reto Ray Bradbury Semana XII

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