—¿Conoces el mito de Perséfone? –le pregunto a mi compañera de viaje, alguien que no sabía nada de mi existencia hasta hace veinte minutos, cuando arrancó el tren.
Niega con la cabeza, aunque ya esperaba esa respuesta. Yo también esperaba que contestara eso, la verdad.
—Era la hija de Deméter y Zeus, una cría, de tu edad más o menos. Su madre era la diosa del clima y ella de las cosechas. Un día Hades, que pasaba con su carro por donde su sobrina jugaba con sus amigas la vio y se enamoró de ella.
Asiente, lentamente, como esperando a que me calle ya.
—La raptó y la llevó al Inframundo, esperando para hacerla su esposa. Le insistía que comiera, porque se supone que si alguien llega a comer algún alimento cultivado allí ya pertenecerá para siempre al mundo de los muertos. Pero Perséfone se negaba.
Paramos en una estación. Observo cómo mira sutilmente el teléfono para ver la hora. Todavía es muy joven para entenderlo.
—Su madre estaba desesperada por encontrarla, y como era la diosa de las cosechas y del clima, los días fueron oscuros, nada crecía. Los humanos estaban desesperados ya que no se habían preparado para ello. Finalmente Zeus decidió intervenir y averiguó que se encontraba en el Inframundo.
Bosteza y me pide perdón. Le da un sorbo a su Cocacola Zero, está en esa edad.
—Cuando llegaron, llevaba meses desaparecida. Y, aunque ella también era una diosa, no había podido resistirse a probar una granada, que son la fruta del Inframundo por excelencia. No había llegado a comer nada… pero había probado seis granos. Así que, Zeus determinó que si bien no pertenecía al Inframundo algo había tomado de él. Su madre gritó y dijo que solo era una niña.
—¿Cuántos años tenía?
—¿Se puede medir la vida de un dios en años?
Duda con la cabeza, pero finalmente me da la razón. Pregunta si se supone que era una adolescente y le confirmo que sí, que se imagine a una chica de unos catorce años. Mueve la cabeza más lentamente, deduzco que su edad ronda esa cifra.
—Zeus tomó una decisión: durante seis meses al año viviría en la tierra, con su madre y sería una niña, una hija. Ante la felicidad de Deméter, las cosechas crecerían y habría un clima alegre y feliz. Pero, los otros seis meses del año, en correspondencia a esos seis granos de granada, tendría que vivir en el Inframundo con su esposo, Hades.
—¿El invierno?
—Eso es, el verano es cuando Perséfone es una niña y está con su madre, y el invierno cuando su madre está triste porque es una mujer.
—Muy guay.
Me pregunta, poco después, si me conozco alguna historia más como esa y le digo que sí. No será hasta dentro de muchos años que la entienda, pero esa semilla de granada ya está en su interior.
Relato originalmente publicado en L’as cagao Lorrie Moore.