Seamos sinceros y admitamos la realidad: a veces nos decepcionamos por nuestra culpa. Es un hecho que ponemos cosas que queremos ver en algo o alguien… aunque no existan. Y, claro que sí, luego nos decepcionan. 

Supongo eso es lo que me ha sucedido a mí con el libro Pan de limón con semillas de amapola de Cristina Campos. La verdad es que llevaba un par de meses queriendo hincarle el diente a este trozo de pan. Pero igual que sucede con el título del libro, no es algo salado sino dulce, un bizcocho para ser más exactos. Qué buena analogía, se me podría haber ocurrido durante el vídeo.

Sea como fuere, se trata de la historia de dos hermanas, Marina y Anna, que llevan años sin verse. Así a grandes rasgos, Marina es todo lo guay y moderna que se puede ser y Anna todo lo carca y aburrida. Educadas de igual manera pero con recuerdos familiares muy diferentes, llevan unos trece o catorce años sin hablar, prácticamente. Entonces heredan un viejo molino de pan en un pueblo cerca de su Mallorca natal.

Hasta aquí vale. Yo me esperaba la resolución del conflicto, que me contasen qué había separado a estas mujeres y qué las había unido, etc. Pero no. En lugar de eso me he encontrado un libro donde los sentimientos, describir sentimientos y hablar de sentimientos ocupa el 80% de las palabras. Y eso no me gusta nada.

Me da rabia no porque sea mala, que no lo es, sino porque podría haber sido una gran novela, una historia de esas en las que te fijas para crear tus propios textos, como te gustaría escribir, pero se queda en una pastelada.

La review completa la tenéis en el vídeo donde, por cierto, salgo rosa. Los dos últimos salgo así, será lo azucarada que me he quedado tras su lectura.