Hay un lago, y un cisne. La luna, el cielo, las estrellas. Una rana croa. El ave (¿porque es un ave, no?) se mete en el agua. El silencio, sus patas, los chapoteos, una mosca se cuela en la escena. Violines, una luz que crece, el cisne piensa.
– Una cosa, solo una cosa.
El viento, sus soplidos, la rana se mueve. El rezo tiene respuesta. La luna crece, engorda como una parturienta. El ave agacha la cabeza. Conoce el cuento, la leyenda.
La luz la baña, el agua se despierta y queja. Nacen pies, y manos, y pechos y ojos. Una línea bajo ellos, como la de un ave hermosa. La melena cae, la espalda se tapa, la desnudez se enseña. Siente el frío, los huesos. Qué maravillosa sensación la del dolor, piensa la mujer. Porque, ahora, piensa.
No hay vestido que la tape. Y todos en el pueblo miran a la forastera. Ella que soñaba con ser vulgar como una mujer, ella que deseaba la tristeza de la muerte y la pobreza. Ello, que ahora es ella.
Relato originalmente publicado en L’as cagao Lorrie Moore.