Mientras Augusta y Flavia lloraban la desgracia de la Princesa, el silencio se hizo en todo el castillo. Habrían jurado que el alma en pena caminaba por los aposentos de los reyes se había parado a descansar.
Mientras Augusta y Flavia lloraban la desgracia de la Princesa, el silencio se hizo en todo el castillo. Habrían jurado que el alma en pena caminaba por los aposentos de los reyes se había parado a descansar.